Sirius by Fátima Trigo Tejada

Sirius by Fátima Trigo Tejada

autor:Fátima Trigo Tejada
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia ficción y fantástica
editor: OmniaBooks
publicado: 2013-07-23T00:00:00+00:00


Rosas Rojas

Flor radiante y hermosa,

símbolo de amor,

sentimientos y pasión.

Flor con espinas,

que se clavan con dolor

en un desolado corazón.

Flor marchita y muerta,

cuando la rasgan sin temor

destruyéndola sin compasión.

Ramo de rosas marchitas,

que mueren cada noche en un club,

mientras desalmados las clavan en la cruz.

Capítulo 6. Rosas Rojas

Después de varios forcejeos lograron entrarme en el maletero del coche. En la oscuridad del vehículo la imagen de Carlos se repetía en mi cabeza, una y otra vez, no conseguía entender cómo había ocurrido todo esto, parecía una pesadilla de la cual no podía despertar pero todo esto no podía ser cierto, no podía serlo.

Grité y golpeé la chapa del maletero hasta que mis nudillos sangraron, intenté salir de allí con todas mis fuerzas pero lo único que conseguí fue agotarme y enfurecer más a mis raptores.

Después de un rato el coche frenó bruscamente. Mi cuerpo comenzó a temblar cuando escuché el golpe de las puertas, un suave brillo pasó a través de la ranura del maletero mientras este se abría. Unas rudas manos atrapaban mis muñecas mientras me sacaban con forcejeos del maletero.

- ¡Vamos niña! - dijo mientras tiraba de mí aquel maldito hombre.

- Suéltame, déjame, no me toques - grité con todas mis fuerzas.

- Cállate - contestó a la vez que su puño atravesaba mi mejilla.

Caí hacia tras del fuerte golpe que me propinó, fue como si mi mejilla explotase. El dolor y el miedo se apoderó de mí, mi voz se escondió detrás de mi garganta para no volver a pronunciarse, mi cuerpo temblaba sin poder reaccionar.

Sus rudas manos volvieron a acercarse, mis ojos se cerraron involuntariamente pero esta vez sus manos se dirigieron a mi cabello, atrapándolo y tirando de él hasta levantarme del suelo. Mi voz sonaba como un suave susurro, como una brisa que la sientes pero no la escuchas.

Sus manos soltaron mi cabello llevándose entre sus dedos parte de él. Me paró en frente de una puerta de metal, la cual abrí con la cabeza, después del fuerte empujón que me dio. Caí al suelo con mi frente sangrando, intenté levantarme pero era tarde, sus manos ya me habían atrapado para llevarme casi arrastras por un estrecho y oscuro pasillo, hasta llegar a una pequeña puerta de madera algo rota con un cartel de prohibido el paso, de la cual caía una cadena donde colgaba un candado. Golpeó la puerta para abrirla y me empujó dentro de ella.

Cerró la puerta de un portazo mientras yo me arrastraba hacia una de las esquinas de la habitación. Vino hacia mí con paso firme, yo cubrí mi cabeza con mis brazos pero esto no me salvó de una brutal paliza.

Noté sus nudillos en mi cara una y otra vez, cuando intenté cubrirme el rostro sus patadas sobre mi espalda se hicieron incesantes. El dolor era tan intenso que no podía ni respirar. De pronto, los golpes habían parado, intenté mirar cuando una culata golpeó mi sien para quedarme inconsciente.

Un frío y dolor intenso recorrieron mi cara, cuando por fin mi mente reaccionó y mis ojos se abrieron descubriendo un rostro desconocido.



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